Navegación |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
LA MUERTE DEL RELOJ
Autor: Doctor Esteban Veghazi
de Cuentos Judios para disfrutar
En una pequeña aldea de Lituania, vivía un hombre muy ambicioso y muy avaro. Se llamaba Reb Mendl, quien jamás le hacía un favor a nadie.
Un día su vecino, luego de muchos intentos, logró convencerlo para que le prestase un candelabro de plata. Es que tenía un invitado para la víspera del Shabat y quería halagarlo. Al final, pero de muy mala manera, Reb Mendl accedió.
Al concluir el Shabat, el vecino llevó el candelabro a la casa de su dueño, pero: ¡Gran sorpresa! Este tenía amarrado un pequeño candelabro.
"¿Qué es eso?" - preguntó asombrado Reb Mendl.
"Al candelabro le nació su primogénito, y como es tuyo el candelabro, es muy justo que te lo entregue con el pequeño" contestó el vecino.
Reb Mendl, sin pensar si un candelabro podía dar nacimiento a otro, sqlo agradeció la honestidad del vecino, aceptando el pequeño candelabro.
Pasó una semana, y el vecino fue a la casa de Reb Mendl a pedirle prestada una copa de plata. En esta ocasión Reb Mendl con gusto se la prestó.
Al pasar el sábado, el vecino trajo la copa con una más pequeña, amarrada a ésta.
"Es el hijito que le nació" - le dijo el vecino.
"¡Mazal Tov!" - exclamó Reb Mendl, y aceptó la copa con una gran sonrisa y muchos agradecimientos. "¿En qué más le puedo ayudar?" - le dijo amablemente a su vecino.
"Nada para la casa, sino para mí. Tengo cita con el alcalde a una hora muy exacta y me sería de mucha ut1l1dad un reloj" - contestó el vecino.
Reb Mendl se quitó su reloj de oro con su cadena y se lo entregó a su vecino. Este, muy agradecido, se fue.
Pasaron algunos días. y no había señas del vecino. Reb Mendl muy preocupado. se dirigió a su casa.
"Vengo por mi reloj" - dijo Reb Mendl.
"Lo siento mucho, pero su pobre reloj ha muerto" - le dijo el vecino.
"¿Cómo es eso de que ha muerto? Es imposible que un objeto sin vida fallezca." - gritó lleno de rabia Reb Mendl.
"No tiene por qué enojarse. Si un candelabro puede tener hijitos, y una copa dar a luz copitas, no hay por qué asombrarse si un reloj con cadena muere. ¿No cree usted?"
|
|
|
|
|
|
|
Hoy habia 60 visitantes (86 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página! |
|
|
|
|
|
|
|