Encuentro Literario Virtual
  Homero
 
La Odisea; Homero
 
Literatura antigua universal. Letras griegas. Épica. Poemas épicos
 
 




Todos los gatos, que si se nombran en singular cada uno se denominaría un gato, pretenden ser como “el gato”, es decir, pretender ser como el ideal; pues pasa lo mismo con la Odisea, todas pretenden tener algo en común con ésta, o por lo menos eso es lo que se quiere al principio de escribirla. Con este ejemplo platónico, quiero decir que para ser un buen escritor, tienes que tener en cuenta La Odisea, o por lo menos tenerla en el subconsciente. Casos parecido, son los de los cantares de gesta y los romances, la gran epopeya, la Odisea es un ejemplo a seguir, una obra maestra. El Cid si se pudiese comparar, sería lo que Ulises, la historia de uno de los vencedores de la Guerra de Troya, lo que el Cid en la Reconquista. El Cid es uno de los héroes de la Historia, Literatura de España, Ulises lo es en la Griega y en la mundial. Lo que les diferencia es que El Cid tenga más posibilidades que de haya podido existir de verdad, y Ulises sólo ser un personaje que nació de la cabeza de Homero, o referirse indirectamente a un guerrero famoso de la Época.
 
También nos muestra una buena clase de mitología griega, Sobretodo nos enseña de los odios de Poseidón, La ayuda de Atenea, la diosa ojizarca y Zeus, la feminidad de Afrodita, el egoísmo de la ninfa Calipso, Hermes, que avisa a Calipso de la orden de Zeus. También dentro de los dioses hay un juicio moral, sobretodo al final. La odisea termina con la muerte física del cuerpo en el que ese momento se aloja Atenea, y gracias a esta muerte por fin se acaban todas las guerras. Esto la deja con un juicio moral muy aceptable, pudiendo ser la predilecta del autor, o destacándola adrede para que se vean sus logros, por encima de los de Afrodita, más carnales. Atenea era la diosa guerrera, pero en diferencia de Ares, en ésta reina la astucia en vez del instinto violento. Participa en la lucha al lado de los aqueos, pues odia a los troyanos desde que Paris le negó el premio a la belleza en el monte Ida. Atenea también es considerada como la diosa de la Razón, por lo que es lógico que apoye a Ulises. Tiene relación con la Filosofía y protege a las hilanderas, tejedora, bordadoras. Penélope borda y cose de día y deshace de noche, lo que le relaciona con Atenea, y Ulises es el rico en ingenios y en astucias, protege a toda la familia protagonista. Un ejemplo en el que Atenea tiene el destino entre sus manos, es el encuentro de Nausicaa con Ulises, en el que Atenea le hace más apuesto y ésta le acoge en su palacio.
 
La Odisea la escribió Homero en el griego culto de Platón o Aristóteles. Homero tuvo que ser un buen hombre, muy culto y muy admirado en su época. Influyó a muchos autores de su época y posteriores, como Virgilio. Datos históricos sobre él son un poco inseguros, pero lo que está claro que gracias a la Odisea y a la Iliada, el primer intérprete de la espiritualidad griega, el poeta épico por excelencia. Pude leer un libro en el que un autor decía la posible posibilidad que los versos de Homero fueron cambiados por una princesa y la versión actual es la de la princesa. A los poetas y juglares que cantaban versos eran llamados “Hijos de Homero”, por lo que era raro que una mujer fuera poeta. Por lo este puede ser otro ejemplo en la literatura en la que el mérito y el reconocimiento puede que no se lo lleve el verdadero autor.
 
Este libro que he podido leer es una traducción. Cada lengua es distinta, y Homero la tuvo que escribir con una armonía divina, que parte de ella no podemos admirar, porque algunos relatos al traducirlo pierden la gracia. A la versión que he podido leer, conservaba algo de la armonía natural, y todavía queda un juego de palabras muy hermoso. Cuando Ulises todavía esta cautivo con la ninfa Calipso Homero utiliza una expresión muy bonita y lírica, como “Al mostrarse la Aurora temprana de dedos de rosa”. Es castellano tiene sus “cosas” y el griego de los clásicos las “suyas”. Además, puede que La Odisea que tengamos no sea tan extensa como la original o que se haya producido cambios a lo largo de la historia en su composición.
 
Puede ser difícil de comprensión, pero tenemos que tener en cuenta varios factores. Uno de ellos puede ser el contexto cultural. Nos puede quedar mucho de los griegos, pero los tiempos cambian. En este libro se pueden ver ciertas costumbres que nos pueden parecer raras, pero a la vez llenan de satisfacción y de saber, al conocer algo más de la vida en la Edad Antigua e imaginar la vida cotidiana de tus posibles ancestros.
 
Satisfacción de saber por saber algo más cada día. La forma de pensar de los griegos, también puede ser otro factor. El arrepentimiento de los pecados, la confesión cristiana, es paralelo en la vida de los griegos a echar la culpa a los dioses de las acciones de uno mismo, y de lo que le sucede. En la confesión cristiana, se recrimina al alma pecadora y en la cultura griega a los dioses. En este libro, todos los personajes se lavan las manos en cierto modo de los que hacen, diciendo que los dioses tienen culpa de todo, quedando como cobardes de ser responsables de sus actos, quedando los dioses como seres malvados o como seres angelicales y buenos, aunque de forma indirecta porque en la Odisea también hay un juicio moral a los Hombres y por la que la otra teoría pierde peso. Los galanes desde el primer momento son nombrados por los demás personajes como personajes malvados, y Ulises como un personaje con buen corazón, que por ayudar en la guerra de Troya estuvo veinte años fuera de su cara, pero desde mi punto de vista cultural de sociedad cristiana, no se tiene en cuenta cuando Ulises mata a todos los galanes sin perdonarles o desterrarles, pero esto entra dentro del contexto cultural. También podemos apreciar la hospitalidad, uno de los temas presentes en la Odisea, los banquetes y los recibimientos. Otro factor es la filosofía, muy presente en esta obra. El tiempo cíclico, como veían el tiempo los griegos, trataba explicar el paso del tiempo con la metáfora de la rueda celestial, con las estaciones etc, dicen que todo lo que sucede va a volver a ocurrir. Ulises se va de Ítaca, y va pasando por lugares, circulando por el mundo griego, emprendiendo un viaje que finaliza en el mismo punto de partida veinte años después, el viaje puede explicarse como una rueda celestial que tiene de periodo (término físico que determina el tiempo en dar una vuelta), veinte años más o menos. Actualmente tenemos otra perspectiva del tiempo, la del progreso, pero eso ahora no viene a cuento.
 
Esa gran rueda celestial, también puede ser como la agencia de viajes de la época. Antes el turismo no era un negocio en boga, sólo se conocían los pueblos de alrededor. Gracias a que cantara estos versos el juglar, podía llegar al pueblo y era en cierto modo didáctico. Les enseñaba la geografía del mundo griego Clásico, sus ciudades y sus héroes más importantes. También les enseñaba historia. Porque la guerra de Troya esta documentada, puede que sea metafóricamente refiriéndose a otra, igualmente siendo didáctico. Pudiera ser que esa gente del pueblo ya hubiera oído hablar de Creta, o de Esparta o de Pilo, pero estos versos podían ser fuente fidedigna, siempre ha habido muy mala lengua.
 
Algo presente en la cultura griega era la predilección por los oráculos y los sacrificios de animales. Ulises intenta hablar con los muertos sacrificando algunos animales, tradición antigua. Se intentaba bajar a los infiernos, al reino de Hades, para tratar con los muertos. En esta obra se detalla como se realiza, por lo que la Odisea nos acerca más al mundo de los clásicos.
 
He podido apreciar que tiene mucho ritmo, esta compuesta originalmente en verso y como pude leer en otro libro, La Hija de Homero, esos versos eran cantados y versionados por otros poetas, como los juglares de la Edad Media con los cantares de gesta. Los personajes, al nombrarlos, su nombre va precedido de una de sus virtudes, por ejemplo, “Ulises, el rico de ingenios” o como el caso de Penélope la llama “la discreta Penélope”. También, los nombres van precedidos de su padre o familia de antecesores, como por ejemplo, Penélope, la prole de icario. Esto, da ritmo en el poema original, evitando el aburrimiento del lector, y dándole más belleza a los versos aportando delicadeza, la que falta en algunas escenas más que violentas.
 
Los personajes están muy bien tratados. El verdadero protagonista de la obra se debate según las partes. Al principio el verdadero protagonista es Telémaco, él es quien realiza todas las acciones, y Ulises sólo está presente en sus pensamientos y sólo es una sombra, van cambiando las situaciones geográficas gracias a Telémaco, pero a medida que transcurre, vuelve a cambiar a la morada de la ninfa Calipso, y Ulises entra en acción. Deja de ser una sombra y se convierte en un personaje que aporta acción a esta obra, convirtiéndose en el verdadero principal. Al final de la obra, es cuando los dos personajes se reencuentran y interaccionan, ocurre el contacto físico, el emocional ha estado presente en el resto de la obra.
 
Otro personaje importante es Penélope. Es la esposa de Ulises y la madre de Telémaco. Es otro eje importante de la obra, los galanes quieren llegan al poder gracias a su matrimonio con ésta, ella lo intenta posponer lo máximo posible, cose de día y deshace de noche. Esta bien caracterizada, aunque esta en un segundo plano. En el transcurso de la obra se le ve triste, melancólica, dolida, y cuando Ulises, está esplendorosa de alegría. Es el modelo moral de conducta y de sentimiento y sufrimiento que tendría que tener una mujer en una situación similar, en ese contexto cultural e histórico. Euriclea, es un personaje más secundario, pero también tiene su importancia. Es la primera que nota que es mendigo es el tan amado y anhelado Ulises. Los galanes son vistos como seres inmorales, como dije anteriormente, lo único que quieren es el poder y las riquezas, lo que les lleva a que Ulises se vengue y sean asesinados. Se les caracteriza como personas groseras, prepotentes y desde el primer momento el autor les deja ver como que los malos.
 
Los temas son muy variados. La ya tratada hospitalidad, el amor, la amistad, la fraternidad paternal y filial, los problemas de la guerra, la esencia del pueblo griego, nostalgia, dolor, la muerte, la esperanza, la cultura griega, la envidia, la gula, el odio, la alegría, la confianza, la fidelidad, el rencor, la confianza, la mitología, el ingenio, la picardía, la mentira, la historia e innumerables que serán completamente distintos para cada persona que lea la Odisea. Es una obra que abarca todo tipo de temas, porque tiene distintos pasajes, distintos entre ellos.
 
A lo largo de la obra, hay acciones entrelazadas. Un personaje actúa en cierto lugar y tiempo, y el cierto transcurso de la obra, produce un giro en la que se presenta otra situación situada en otro lugar y tiempo. Esto es algo que demuestra que el autor domina la historia y la desmenuza a su antojo, quedando historias paralelas, haciendo un cierto efecto como de película, que dos situaciones son simultaneas, o narradas con un orden simultaneo, pero puede que sean historias lejanas que tienen una diferencia entre sí de bastante tiempo; o que hayan ocurrido simultáneamente.
 
Es un libro muy recomendable, a mí me ha gustado mucho, sobre todo el ritmo y determinadas expresiones. También, la relación con la mitología. La mitología, la griega, la romana, la egipcia, la japonesa, es algo muy interesante y que forma parte de las culturas, y que es algo muy bonita. Son historias que al principio han sido tomadas como verdaderas, pero ahora pensamos que son totalmente inventadas con una gran imaginación y la mayoría están entrelazadas. Son como cuentos de fantasía.
 
Lo que más me ha extrañado es que los personajes digan y crean que los culpables de sus acciones sean los dioses, dejándoles en cierto modo, cobardes al tener miedo de hacerse responsables de sus actos. También, la descripción de ciertas costumbres griegas, es interesante saber parte de la vida diaria de los antiguos.
 
Ulises nos enseña el mundo clásico, por él mismo siendo, o siendo él el fin del viaje, Creta, Pilo, Esparta, y los problemas del mar Egeo, una descripción que nos puede hacer imaginar de cómo era la vida antigua.
 
La odisea
 
Homero

 

 

Odisea - Mapa - V

Relacion comprimida de los viajes de Odiseo de Troya a Itaca.




 

La Iliada de Homero

Argumento:
Aquiles se pelea con Agamenón, el rey aqueo, porque este le quita a una esclava.
Por esta razón Aquiles deja de luchar. Aquiles le pide a Zeus que haga que los aqueos pierdan. Después de esto los troyanos les empiezan a dar una paliza a los aqueos. El mejor amigo de Aquiles, Patroclo, pelea en nombre de Aquiles y muere a manos de Héctor por lo que Aquiles se pone triste.
Entonces Aquiles va y mata a Héctor por venganza y arrastra su cuerpo alrededor de Troya. Priamo reclama el cuerpo de Héctor y lo entierra.

La Ilíada, y su hermana la Odisea, fueron, en su época temprana, entendidas como una sola obra: la historia sobre la Guerra de Troya, y la historia sobre Odiseo, uno de los héroes de la guerra; así, la historia de la Ilíada —el entorno histórico de Troya y su época— se disminuye un tanto sin la Odisea, y la Odisea, sin su precursora, la Ilíada, se pierde por completo.

Antecedentes:

La Ilíada es un antiguo poema griego escrito por Homero. Homero es el poeta griego más famoso. Si, la Ilíada solo es un poema enorme. Homero escribió también la Odisea, otro poema ENORME. En griego, la palabra Ilión significa Troya, por lo tanto, la Ilíada es la historia de Troya. Bueno, la mayoría de la gente piensa que la Ilíada es la historia de la guerra troyana.
Esto es, la guerra en que los aqueos (griegos) ganaron usando un gigantesco caballo de madera para engañar a los troyanos. La Ilíada no es realmente la historia de esta guerra. La historia de la Ilíada tiene lugar en el décimo año de la guerra contra Troya y termina antes de que los aqueos construyan el caballo con él que ganan la guerra. Es mas bien la historia de Aquiles. Aquiles es guerrero formidable que se supone es inmortal, excepto por su talón. Ahora, si tu maestro te pregunta de que se trata la Ilíada, debes decir que "La Ilíada es la tragedia de Aquiles". Con esta respuesta te veras muy inteligente.

Comentario
La Ilíada, y su hermana la Odisea, fueron, en su época temprana, entendidas como una sola obra: la historia sobre la Guerra de Troya, y la historia sobre Odiseo, uno de los héroes de la guerra; así, la historia de la Ilíada —el entorno histórico de Troya y su época— se disminuye un tanto sin la Odisea, y la Odisea, sin su precursora, la Ilíada, se pierde por completo.


Personajes principales:
Aquiles
: Él es hijo de Peleo y de Tetis la diosa del mar. Es el mejor guerrero aqueo. Le habían dicho que tenía la opción de luchar contra los troyanos y morir joven o no luchar y vivir una larga vida. Él decidió luchar.
Agamenón: Él es el aqueo principal. Es el jefe pero no el mejor guerrero. Su hermano Menelao está casado con Helena.
Menelao: Hermano de Agamenón y rey de Esparta. Está casado con Helena y su honor es la razón por la cual pelean los aqueos.
Helena: Ella es la chava por la que empezó la guerra de Troya. La diosa Afrodita se la regalo a Paris porque el votó por Afrodita como la diosa más bella del Olimpo, con esto empezó la guerra. A ella como que no le gusta mucho Paris.
Alejandro (Paris): Él es el príncipe de Troya, hijo de Priamo y hermano de Héctor. Por su culpa empezó la guerra. Es un niño bonito que prefiere estar en la cama que peleando.
Héctor: Él es hijo de Priamo y Hécuba, esta casado con Andrómaca, es hermano de Paris, y el mejor guerrero troyano. Él es el troyano bueno. Su hermano Paris es el causante de la guerra y Héctor lucha por él. Es buen padre y esposo y además es muy agradable.
Priamo: Rey de Troya.
Hécuba: Mamá de Héctor
Andrómaca: Esposa de Héctor.
Odiseo: Guerrero aqueo que se supone es muy astuto. Él es el personaje personal de la Odisea, también escrita por Homero.
Ayax: Hay dos de estos tipos. Son aqueos. Cuando se refieren a los dos les llaman Ayaces. Él más importante se llama Telemonio Ayax, hijo de Telemón, Ayax el Grande, o Gran Ayax. Es realmente un guerrero supremo, a pesar de no recibir ayuda de los dioses les gana a todos.
Diomedes: él es otro guerrero aqueo. A él lo ayuda mucho la diosa Atenea.
Néstor: Él es un guerrero aqueo, no es tan joven y dirige a las tropas sabiamente.
Patroclo: El mejor amigo de Aquiles. Cuando lo matan, Aquiles se involucra de nuevo en la lucha.
Afrodita: La diosa del amor. Ella apoya a los troyanos porque fue quien le dijo a Paris que se llevara a Helena.
Apolo: Dios del sol. Él empieza la pelea entre Agamenón y Aquiles. Está de parte de los troyanos.
Ares: Dios de la guerra. Representa al espíritu de la guerra y usualmente ayuda a los troyanos.
Atenea: Diosa de la sabiduría. Ella apoya a los aqueos porque Paris dijo que Afrodita era la diosa más hermosa.
Hefesto: Él es el Dios del fuego y herrero de los dioses. Construyó la armadura de Aquiles y lo ayuda a salvarse cuando lucha con el dios de un río.
Hera: Esposa de Zeus. Hera apoya a los aqueos porque Paris dijo que Afrodita era la más bella de las diosas.
Poseidón: Dios del mar. Él está de lado de los aqueos. Es hermano de Zeus.
Tetis: Mamá de Aquiles. Ella ayuda a Aquiles logrando que Zeus haga que ganen los troyanos después del pleito entre Agamenón y Aquiles.
Zeus: Rey de los dioses. Si quiere algo, lo consigue. Nadie se mete con él.
Aristeia: Momento en el que un guerrero se encuentra al máximo de intensidad y poder.
Griegos: A los griegos los llaman por muchos nombres. El principal es aqueo. Otros nombres son argivos y danaós.

RESUMEN DE LA ILIADA


La Ilíada es sobre la Cólera de Aquiles a causa de la afrenta a su honor por el hubrístico Agamemnón... pero, también es sobre muchas otras cosas, tanto humanas como divinas: es una obra que, a pesar de haber sido ya establecida en un texto permanente, se encuentra, paradójicamente, en un estado de flujo continuo, pues ningunas dos lecturas jamás son iguales.

 

CANTO I

Se pide desde el principio a la musa que mande el canto de las desgracias alcanzadas por la ira de Aquiles (1-7). Llega a la asamblea de los argivos, Crises, sacerdote de Apolo para rescatar a su hija, hecha cautiva hacía poco en la guerra y por honor entregada a Agamenón (8-21). Apolo mandó sobre el ejército una terrible epidemia por haber sido rechazado ignominiosamente su sacerdote (22-52). Aquiles hace una asamblea, para aplacar al dios, en la que el adivino Calcas pregona que ellos debían liberar a su hija Briseida de tan terrible disputa y no rehusa entregarle su hija ciertamente a Crises, pero le arrebata a Aquiles a Briseida a quien había sido concedida como premio a su valor. Se apodera de Briseida aunque Néstor se opone (130-311 y 318-347). Enardecido por esta ofensa, decide el firme joven separarse de la guerra con los mirmidones, sus soldados. Su madre Tetis reafirma su propósito y promete venganza al suplicante (348-427). Mientras tanto el ejército ofrece sacrificios expiatorios y son ofrecidos a Apolo (312-317). Entonces se hace retirar a Crises a su casa junto con las víctimas propiciatorias, por quienes es expiado el crimen siendo sacrificadas (428-487), puesto que se había presentado Tetis en el Olimpo ocultamente, favoreció con la victoria a los troyanos, mientras los aqueos no dieran una satisfacción a Aquiles (488-533). Hera, enemiga de los troyanos ataca estas determinaciones clandestinas y riñe con Zeus en la cena (534-567). Por esta causa se entristece toda la asamblea de los dioses, a quienes Hefesto hace volver finalmente a la tranquilidad y alegría (568-611).

CANTO XIII

Pasando el muro los troyanos, por diversas partes, matan a los aqueos, cuando Poseidón conmovido por la calamidad en su interior por Zeus, se acerca a los que defendían las naves (1-42). Oculto bajo forma humana para animar a los que se detenían, exhorta primero a los dos Áyax y después a los demás capitanes (43-124). Así los Áyax y otros, rechazan a Héctor de la matanza de las naves en plena fila de combate (125-205); al poco, Idomeneo, movido por Poseidón a combatir, habiéndose unido con Merión, socorre por la izquierda a los afligidos aqueos (206-329). Después se traba un feroz combate en el que Zeus favorece a los troyanos y Poseidón a los aqueos. Sobresale entre éstos, el valor de Idomeneo (330-662). Éste, da muerte a Otrioneo, Asio y Alcátoo y asimismo, en compañía de Merión, Antíloco y Menelao lucha con superioridad contra Eneas, Deífobo, Héleno y Paris (363-672). También detiene a Héctor quien hacía poco se hallaba en el centro del lugar y de tal modo lo apremian los Áyax y otros grupos, que ya se retiran los troyanos: pero fortalecido Héctor por el consejo de Polidamante, conduce repentinamente contra el enemigo a los que había reunido (673-808). Áyax da comienzo a un nuevo combate y se pelea por ambas partes con grandes clamores (809-837).

CANTO II

Zeus-quien habría de vengar la injuria inferida a Aquiles-, le envió un sueño a Agamenón para incitarlo a realizar la batalla con la esperanza de la victoria (1-40). Al amanecer, Agamenón manifestó lo comunicado en el sueño y su propia decisión a los jefes de los argivos; reunió al poco una asamblea de todos (41-100). Le agradaba para probar la fe del pueblo, del que desconfiaba, fingir la determinación de retornar a la patria: habiendo oído esto la multitud comenzó enseguida, cansada ya por la guerra, a sublevarse y a preparar la navegación (101-154). Odiseo reprimió la rendición de común acuerdo y por consejo de Atenea se valió de súplicas, amenazas y oprobios para que volvieran de este modo a la asamblea (155-210). A Tersites, aquel hombre torpe y malhablado que no cesaba de urgir la retirada, lo castigó con mayor severidad para escarmiento de los demás (211-277). Así cohibido el populacho se doblegó por fin a dejarse persuadir por los excelentes discursos de Odiseo y de Néstor quienes renovaron las antiguas promesas y se valieron de estas ostentaciones para que los aqueos tuvieran confianza en el combate; el mismo Agamenón ordenó el combate y llenó del ardor de la pelea el ánimo de todos (287-393). Ya se anima el ejército; los primeros, sacrificadas ya las mayores víctimas, se sientan al convite delante de Agamenón; los demás toman sus alimentos por diversas partes y of recen sacrificios, y cada pueblo, instruido por sus jefes marcha a la batalla (394-484). Se inserta en este lugar el cuidadoso catálogo de las naves, pueblos, jefes, que habían seguido a Agamenón a la guerra de Troya (485-785). También los troyanos, descubrieron lo que tramaban los aqueos, marchan al campo bajo el mando de Héctor junto con sus aliados, de los que se añade una breve reseña (786-877).

CANTO XIV

Néstor, atemorizado por el clamorío del combate, sale de su tienda en la que aún se curaba Macaón, para explorar los hechos en el lugar en que se realizaban (1-26). Agamenón, Odiseo y Diomedes, doliéndose aún por las heridas, le salen al encuentro cambiándose de lugar por la misma causa; el primero de los cuales angustiado por el éxito de la guerra y viendo ahora abierta la muralla, reflexiona sobre la huida (27-81). Odiseo reprueba esta determinación, y así Diomedes persuade a todos a que vuelvan a la batalla y que con su presencia ayuden a todos, dándoles certidumbre y consejos; al mismo tiempo Poseidón conforta a Agamenón que ya se iba y da fortaleza al ejército (82-152). Mientras tanto Hera, para elevar la moral de los aqueos, se arregla en su persona y se prepara delante de Zeus en el monte lda para atraerlo con todos los halagos de una esposa; para lo cual se coloca el cíngulo de Afrodita y hace venir desde Lemnos al dios Sueño, quien lo entretiene en el estado de descanso (153-351). Poseidón había puesto asechanzas en este tiempo, mediante el consejo de Sueño, la suerte de los aqueos que les devolvió auxiliándolos prontamente (352-401). Héctor, herido por el golpe de la piedra que le había lanzado Áyax, estaba sin alientos y fue transportado y curado por sus soldados (402-439). Combatiendo los aqueos a los troyanos, elevados ya sus fuerzas y espíritu de combate, los alejan de las naves, persiguiéndolos en primer término Áyax el menor (440-522).

CANTO III

Al primer encuentro del combate, Paris o Alejandro provoca con suma fiereza a cada uno de los aqueos para el combate; pero en cuanto ve a Menelao saltando de su carro, huye atemorizado (1-37). Poco después él mismo, impulsado por los gritos de Héctor se ofrece en singular desafío con Menelao, comenzando lo más importante de la batalla; aceptada la condición pide Menelao que vaya por medio una promesa, consagrándola ante la presencia de Príamo (38-110). Así pues los ejércitos dejan las armas y se preparan sacrificios de ambas partes, mientras tanto Helena llama desde la torre a Príamo y a los ancianos de Troya, a los jefes argivos que están en el campo inferior (l l l-244). Siendo llamado, se presenta Príamo en compañía de Antenor y se hace un pacto según el antiguo rito y bajo estas condiciones, de que si uno de los dos venciese al otro, obtendría a Helena y sus riquezas; pero los troyanos inferiores a los aqueos pagarían una fuerte multa (245-301). Después de la partida de Príamo, toman las armas Menelao y Paris y marchan al espacio convenido para la pelea; pero Paris, superado, es sutraído por Hera ocultamente y se lo lleva incólume a su propia morada (302-382). Al mismo lugar lleva a Helena, quien resistiendo primero al nuevo marido le echa en cara su cobardía; sin embargo poco después se reconcilia con él (383-448). De esta manera, en vano busca Menelao al adversario que estaba gozando de la protección de la diosa, mientras Agamenón busca públicamente el precio de la victoria que se había pactado (449-461).

CANTO XV

Despertando de su letargo Zeus, ve a Poseidón dando ayuda a los troyanos contra los aqueos (1-11). Enseguida, reprende ásperamente a Hera y manda llamar del Olimpo a Iris y Apolo; se sirve de ellos como de sus ministros para restituir sus fuerzas a los troyanos y simultáneamente predice toda la serie de designios hasta la destrucción de la ciudad (12-77). Habiendo regresado Hera a la morada de los dioses, Ares sabe por ella lo referente a la muerte de su hijo Ascálafo y se apresta para la venganza; Atenea reprime su cólera (78-142). Apolo e Iris se presentan ante Zeus y por mandato de éste obliga a Poseidón bajo amenazas a que abandone la guerra. Éste a pesar de estar lleno de temor aún se atreve a resistirse (143-219). Apolo alienta a Héctor, ya sanado y retirado del combate por esa causa, y renueva la suerte de los troyanos (220-280). Héctor acomete a los fortísimos aqueos que dejando de combatir se retiraban a las naves; mata a una parte de ellos; a otros los hace huir, yendo delante el dios, quien agitando su égida estremeció de temor a los aqueos y fortaleció a los troyanos, pues derribando el muro, preparó el camino para destruir al ejército (281-389). Por esta terrible desgracia que le comunicó Eurípilo, Patroclo regresó ante Aquiles y lo exhortó para que los ayudara en ese último trance (390-404). Mientras tanto los aqueos combaten terriblemente ante sus naves cayendo muchos de ambas partes (405-590). Finalmente ellos se retiran sin dispersarse entre las filas de las naves, desde las que Áyax Telamonio defiende del fuego, armado con una lanza, porque ya Héctor amenazaba quemar la nave de Protesilao (591-746).

CANTO IV

Debiendo ser devuelta Helena a los aqueos según el pacto y dirimidas las diferencias en la línea de combate en la que fue separado Paris; Hera indignada en la asamblea de los dioses, no pudo contener ya su odio contra los troyanos e insiste ante Zeus a fin de que conceda que los aqueos den muerte a Paris (1-49). Atenea, enemiga también de los troyanos, enviada a la tierra por la exhortación de Zeus, persuade a Píndaro Licio para que lanzada una flecha contra Menelao, rompa el pacto e introduzca una nueva causa para combatir (50-104). Llamado el médico Macaón, cura a Menelao de su herida no mortal (105-219). Mientras tanto, armados nuevamente vuelven a combatir los troyanos, mientras Agamenón va y viene entre la multitud de aqueos, alabando el valor de algunos como Idomeneo, Áyax y Néstor, que ya estaban situados en el campo de batalla y reprendiendo la tardanza de los otros como Menesteo, Odiseo, Diomedes que aún no se llenaban del nuevo ardor para combatir (220-421). Se reanuda la lucha, en la que Ares por una parte y Apolo, Atenea y otras divinidades por la otra, ayudan respectivamente a los troyanos y a los aqueos (422-544).

CANTO XVI

Aquiles le presta a su amigo Patroclo que le suplicaba y pedía ayuda, sus propias armas y tropas para salir a combatir bajo la condición de que se contentase con rechazar a los troyanos de las naves y no se expusiese a mayores peligros (1-100). Debilitado ya el mismo Ayax, no pudo impedir que se pusiese fuego a la nave (101-123). Visto lo cual Aquiles, llama a su amigo a las armas, prepara las filas de los suyos, les habla y hechas las libaciones y las preces los despide (124-256). De pronto, habiendo visto el jefe de los mirmidones, aterrorizados a los enemigos, el engaño de la figura de Aquiles, libra del ataque a la nave y apaga el incendio (257-303). Comienza de nuevo la batalla y a los que huian cegados por el pavor, los persigue sobre la trinchera y aun a campo abierto (306-418). Enseguida, Glauco mata a Sarpedón, hijo de Zeus, habiendo quedado asi vengadas las matanzas (419-507). Éste juntamente con Héctor y otros de los en terrible combate con los aqueos que arrastraban los despojos, les quita el cuerpo de Sarpedón. Apolo ve esto y por mandato de Zeus es lavado el cuerpo y ungido y llevado a Licia por sus amigos (508-683). Por aquel tenor de los acontecimientos el feroz Patroclo persigue a los troyanos hasta la ciudad, sube a su muralla pero es apartado de aquel lugar por el dios (684-711); sin embargo, resiste de nuevo a Héctor que irrumpe lleno de fuerza, mata a su auriga Cebrión y se lleva el cadáver después de haberlo despojado (712-782). Finalmente mata a muchos de la masa de soldados hasta que Eufrobio lo hiere, aterrorizado él mismo por la fuerza de Apolo y despojado de sus armas; Héctor le da muerte e insta a Automedonte a encaminar el carro de Aquiles llevándolo junto a las naves (783-867).

CANTO V

Los aqueos continúan despedazando a los troyanos; delante de todos, el insigne Diomedes lleno de ferocidad por la protección de Palas retira a Ares de la batalla (1-94). Pero él mismo herido por Pándaro, ataca con mayor vehemencia a los enemigos (95-166); mata a Pándaro, estando de pie, y después peleando desde el carro de Eneas (167-296); hiere a Eneas que cubría el cuerpo de su amigo (297-310); hiere a Afrodita en la mano, pero Iris la saca del combate (311-351). Afrodita librada por su hija en el carro de Ares, la lleva al Olimpo, en donde su madre Dione la cobija en su seno. Los otros dioses se ríen sin que lo note (352-431). Apolo libra a Eneas, apartado por Atenea del furor de Diomedes y lo cura recreándolo en la fortaleza troyana y llama nuevamente a Ares a las filas (432-460). Ares exhorta a los troyanos para que peleen con fortaleza; enseguida se presenta ante ellos Eneas, ya curado (461-518). Tampoco los aqueos combaten con cobardía y caen muchos de una y otra parte, entre éstos Tlepolemo contra Sarpedón; finalmente se alejan poco a poco los aqueos (519-710). Hera y Atenea vienen desde el Olimpo en auxilio de éstos que luchaban (711 -777). Por estas palabras de Hera se enardece nuevamente la masa; pero Diomedes aconsejado y conducido por Atenea, hiere al mismo Ares (778-883) quien regresa enseguida al Olimpo desde el campo de batalla y ahí sana, siguiéndolo también las diosas (864-909).

CANTO XVII

Muerto Patroclo, Menelao mata a Euforbo y lo despoja de sus armas (1-60). Héctor por consejo de Apolo dejando de perseguir a Automedonte le quita los despojos y regresa, mientras Menelao hace venir a Áyax el mayor, para que cuide el cadáver (61-139). Héctor se retira ante Áyax, pero incitado por la reprensión de Glauco vuelve nuevamente, luciendo soberbiamente las armas de Aquiles, a fin de arrebatar el cuerpo y lleno de fortaleza anima a cada uno de los suyos en el mismo campo de batalla; simultáneamente llamados por Menelao acuden con presteza los más valientes aqueos (140-261). Así en un mismo lugar se origina un terrible combate entre Menelao y Héctor con cada una de sus tropas y pelean uno y otro con distinta suerte. Ellos para defender el cuerpo de Patroclo y éstos para que lo arrastren y sea causa de ludibrio (262-425). Zeus vuelve el vigor a los caballos de Aquiles que se dolían por la muerte de Patroclo y Automedonte los regresa al combate en unión con Alcimedonte (426-483). Héctor, Eneas y otros, atacan el carro de Aquiles para apoderarse de los nobles caballos y los aqueos sostienen con fiereza el ímpetu de aquellos, quienes tratan también de rescatar el cadáver. Entonces Menelao implora nuevas fuerzas a Atenea, y Apolo exhorta a Héctor con la aprobación de Zeus (484-596). Finalmente viene a menos la fuerza aquea, y aun el mismo Áyax Telamonio, tiembla, bajo cuyo mandato Menelao envía un mensajero a Aquiles, y es Antíloco, quien le anuncia la muerte de Patroclo y las derrotas recibidas, (597-701), y el mismo Menelao junto con Merión apoyado por la compañía de los Áyax, se atreve a llevarse el cadáver hasta las naves, metiéndose entre los enemigos que combatían (702-761).
CANTO VI

CANTO VI

El adivino Héleno, cuando decaía en huida el ejército troyano exhorta a Héctor para que haga un sacrificio público a Atenea en la fortaleza (1-101). Así pues él, habiéndose reanudado la lucha rápidamente, marcha a la ciudad; en este combate, Diomedes y Glauco, jefe de los licios, encaminándose al lugar de la lucha, antes de llegar a las manos, habiendo recordado la hospitalidad de sus padres, hecho el cambio de las armas, unen sus diestras (102-236). Hécuba y las demás matronas, por consejo de Héctor y de los próceres troyanos, llevan el manto al templo de Atenea y expresan sus votos por la salvación de la patria (237-311). Mientras tanto Héctor, en su casa, hace volver a Paris reprendiéndolo en el campo de batalla (312-368); a su esposa Andrómaca, la buscó en vano en sus habitaciones y salió finalmente de la ciudad por la puerta Escea; la encuentra con su hijo Astianacte y les habla por última vez (369-502). Armado, Paris alcanza a su hermano en el camino (503-529).

CANTO XVIII

Recibida la noticia de la muerte de Patroclo, Aquiles se entrega a la desesperación y a los lamentos (1-34). Ante estas lamentaciones despertada Tetis, llega desde el mar con su cohorte de Nereidas para consolar a su hijo; a quien cuando ve lleno de ambición de vengarse de Héctor, aunque aquello habría de ser decidido por el destino, difiere su deseo para el último día, pero le promete que le llevará armas nuevas fabricadas por Hefesto (35-137). Habiendo regresado las Nereidas a su mansión, Tetis se apresura hacia el Olimpo, mientras se renueva la batalla sobre el cuerpo de Patroclo que finalmente hubiera quedado en poder de Héctor, a no ser que Aquiles por consejo de Hera hubiese aterrorizado a los troyanos con su aspecto y voz terribles y los hubiese hecho huir hasta las murallas enemigas (138-231); mientras tanto los aqueos, rescatado el cuerpo, lo llevan a la tienda de Aquiles, al entrar la noche (232-242). Los troyanos tienen una tumultosa asamblea y Polidamante los persuade de que se salven dentro de las murallas, no sea que Aquiles venga a las filas y acabe con ellos; pero este prudente consejo desagrada a Héctor y al pueblo (248-314). Los troyanos redoblan la vigilancia durante la noche con sus armas; los aqueos y al frente de ellos Aquiles, lloran la muerte de Patroclo, embalsaman el cadáver y lo colocan en el ataúd (315-355). Aquella misma noche llega Tetis al Olimpo en donde Zeus acababa de reprender a su esposa porque ayudó a Aquiles y es recibida amigablemente en la mansión de Hefesto (356-427). Para Hefesto le era fácil si se lo pedían con insistencia, fabricar escudos y toda clase de armas con su arte exquisito (428-617).

CANTO VII

Héctor y Paris impulsan a los aqueos para que vuelvan a la batalla, combatiendo ya sea con armas iguales o mejores (1-16); lo cual, para que sea terminado finalmente, de acuerdo con el designio de Atenea y de Apolo, y la persuasión de Héleno sea provocado cada uno con la mayor fuerza posible por parte de Héctor para un combate cuerpo a cuerpo (17-91). Agamenón disuade a Menelao que se muestra alegre y confiado mientras los demás vacilan (92-122); al poco instigados por Néstor salen a combatir nueve héroes de cuyas suertes señala el suceso Áyax Telamonio (123-205). Se reúnen Héctor y Áyax y pelean duramente, mientras bajo la noche apartan a éstos, iguales en fuerzas, habiéndoles dado a su vez regalos (206-312). En los banquetes públicos Néstor hace el recuento de los cuerpos de los caídos que deben sepultarse y los campamentos que deben fortificarse. Cuando en la asamblea de los troyanos, Paris responde a Antenor quien dice que deben ser restituidos al dueño, Helena juntamente con sus riquezas, añade que él no regresará ningunas riquezas sino que a aquéllas se añadirán las propias (313-364). Al día siguiente Príamo lleva aquella respuesta a los aqueos y a fin de que también puedan ser sepultados los cuerpos de los troyanos manda que se haga una tregua (365-420). Después de estos sucesos cada bando procura dar sepultura a los suyos y al mismo tiempo los aqueos rodean su base naval con un muro y fosas; Poseidón se admira de estas obras con indignación en la asamblea de los dioses (421-464). A la cena sigue la noche amenazadora con sus rayos (465-482).

CANTO XIX

A la salida del sol, Tetis le da a Aquiles las armas que había hecho Hefesto y lo excita nuevamente a la alianza para la guerra; pues el cuerpo de Patroclo derrama divinos olores a fin de que dure incorrupto para la sepultura (1-39). Aquiles, reuniendo una samblea, olvida su ira, y pide continuar la guerra cuanto antes (40-73). Por su parte Agamenón confiesa su error y una vez reconciliado, ofrece los dones prometidos por medio de su legado Odiseo; pero olvidándolos él, tal vez con intención de vengarse, apremia a comenzar la batalla (74-153). Finalmente cede ante Odiseo y espera hasta hallarse presente al que lo aconsejaba mientras las tropas tomaban el desayuno y recibe ante la asamblea los dones y a la hija de Brises, causa de la discordia a la que Agamenón juró devolverla intacta mediante un sacrificio expiatorio (154-275). Se trasladaron los dones desde un lugar público a la tienda de Aquiles en donde las mujeres lloraban a Patroclo y el héroe mismo vuelve a lamentarse y se abstiene firmemente de probar alimento, tomándolo el ejército (276-339). Aquiles es deleitado por Atenea, enviada desde el cielo; poco después se pone las nuevas armas, sube al carro con Automedonte y sabido por otro el destino de sus caballos, marcha a la fila lleno de vida (340-424).

CANTO VIII

Zeus pide a los dioses llamados a asamblea que no se presenten en la batalla contra ninguno de los dos pueblos, y es llevado en su carroza al monte Ida (1-52). Desde ahí contempla durante la mañana a los ejércitos que combaten en dudosa victoria; después habiendo pesado cuidadosamente sus suertes en la balanza del destino, y lanzando sus terribles rayos, pronostica la muerte a los aqueos (53-77). Hera en vano pide a su aliado Poseidón que le sean apartadas a aquellos toda clase de ayudas; después vuelve Agamenón, levantando los ánimos y señala que Zeus se le ha mostrado propicio (78-250). Ya los aqueos, algún tanto superiores, repelen a los troyanos en un nuevo encuentro, y Teucro hiere a muchos de aquéllos con sus flechas y a su vez es herido por Héctor (251-334). Una vez más, se lanzan a la huida los aqueos cuando Hera y Atenea se preparan a marchar a Troya para llevar auxilio; pero Zeus habiéndolas visto desde el monte, las rechaza inmediatamente por medio de Iris (335-437). Él mismo, habiendo regresado al Olimpo reprende con suma severidad a las desobedientes diosas y aun amenaza a los aqueos con mayores matanzas para la mañana siguiente (438-484). Terminada la batalla a causa de la noche y habiendo realizado una asamblea los troyanos vencedores, ponen guardias de asedio en el mismo lugar de la batalla, y para impedir a los enemigos asechanzas o navegación, encienden innumerables fogatas a través de la ciudad y del campo (485-565).

CANTO XX

Preparados ambos ejércitos y llamados los dioses a la asamblea, Zeus les permite que cada uno socorra a cualquiera de los dos que desee a fin de que no madure la matanza para los troyanos por la crueldad de Aquiles (1-30). Así marchan a la guerra, Hera, Atenea, Poseidón, Hermes, Hefesto, para ayudar a los aqueos; y Ares, Febo, Artemisa, Latona, Janto y Afrodita, a los troyanos. Las tierras celebran con estremecimiento y temor la entrada de los dioses (31-74). Antes del comienzo de la batalla, Febo excita a Eneas contra Aquiles que amenazaba a Héctor. Mientras tanto los dioses por convencimiento de Poseidón se sitúan alejados del combate (75-155). A varias provocaciones sigue el combate de Aquiles con Eneas a quien Poseidón libra por medio de una nube, pues según los oráculos le tenía destinado un reino entre los troyanos (156-352); Héctor, que está por agredir a Aquiles, es rechazado por Febo. Aquiles mata entre otros troyanos a Polidoro, hijo de Príamo (353-418). Estando ya por vengar la muerte de su hermano, se dirige Héctor contra Aquiles a quien lo salva también Febo rodeándolo con una nube (419-454). Movido por el dolor Aquiles ataca a los demás troyanos y llena el campo de una espantosa ruina de muertos y armas (455-503).

CANTO IX

Entre los aqueos, una vez pasado el peligro, aterrorizados y rechazados de momento, convoca Agamenón ocultamente a los jefes a quienes el rey les señala la determinación de huir y dirigir la navegación durante la noche (1-38). Diomedes y Néstor lo desaconsejan de este torpe intento (39-78). Se colocan fogatas en las trincheras de los campamentos, se prepara una cena en la tienda de Agamenón y después de la cena se trata a toda costa de hacer las paces con Aquiles y atraerlo al ejército (79-113). El propio Agamenón mandó decir que si cedía en su enojo ante la pública necesidad, le prometía devolverle intacta a Briseida y magníficos regalos (114-161). Néstor envió con estas condiciones a varios escogidos, como Fénix a quien el padre de Aquiles lo había hecho mentor en su juventud, Áyax el mayor, Odiseo y dos embajadores de paz (162-184). Aquiles recibió amigablemente a los legados, pero rechazó todas las promesas de Agamenón y los discursos, ya los esmerados como los ásperos y suaves; además retuvo a Fénix y amenazó con que regresaría al poco juntamente con él a la patria (185-668). De este modo, después de que Áyax y Odiseo anunciaron tan dolorosa resolución, Diomedes lo confirma en toda su gravedad a los afligidos jefes y los exhorta a la tenacidad en la lucha (669-713).

CANTO XXI

Aquiles acosa a los troyanos, parte hacia la ciudad y parte hacia el Janto (el Escamandro) y habiendo despedazado a muchos en el río, conserva a doce jóvenes vencidos, para las exequias de Patroclo (1-33). Ahí mismo mata a Licaón, hijo de Príamo a pesar de sus súplicas (34-135); después a Asteropeo, jefe de los peonios junto con otros de aquel pueblo, habiéndose librado del enfurecido río desigual en fuerza (136-210). Continuaba la matanza hasta que Janto, obstruido por el número de cadáveres, compadeciéndose, mandó que su cauce se desbordara contra él. Apenas se escapaba Aquiles cuando de nuevo tenía que saltar; pero el río enfurecido lo sumergía en sus ondas y perseguía al que volvía a escapar (211-271). Ya le faltaban las fuerzas al que luchaba entre las olas, pero Poseidón y Atenea se las aumentaban; entonces Janto que estaba demasiado irritado, llamó en su ayuda a Simóis, pero Hera llamó a Hefesto que quemó el campo y al río y ni las llamas lo detenían si no las hubiese aumentado la misma diosa (272-384). Se iniciaron después combates personales entre los demás dioses: Ares, Atenea, Afrodita, Febo, Poseidón; Hera, Artemisa; Hermes, Latona (385-513). Después de esto vuelven al Olimpo los dioses, excepto Febo quien se dirigió a Troya, mientras Aquiles hacía estragos a través del campo y a los demás los empujó su furia hacia el interior de la ciudad en la que Príamo mandó que se cerrara la puerta (514-543). Para que aquellos no fueran diezmados en la fuga, Apolo detuvo a Aquiles introduciendoa Agenor, y después él mismo disfrazado bajo la apariencia de Agenor, lo engañó huyendo y así lo alejó de la ciudad (544-611).

CANTO X

Electos los vigías, Agamenón en unión con su hermano Menelao llama a Néstor y a los demás jefes y hacen guardia con ellos ante el foso (1-193). Toman determinaciones ahí mismo donde habían
sufrido las calamidades y envían como observadores a Diomedes y a Odiseo (194-271). Habiendo avanzado éstos algún tanto, un ave de raudo vuelo ofreció próspero augurio (272-298). Al mismo tiempo había salido cierto troyano, Dolón, que había sabido las determinaciones de los aqueos, e incitado por las promesas de Héctor, fue aprehendido por los que se habían adelantado más hacia la base naval (299-381). Implorando éste por su vida, denunció todos los sitios de los campamentos y a dónde se dirigía Reso, el rey de los tracios, pero sorprendido por Diomedes fue asesinado (382-464). Ya marchan a los aposentos de Reso, a quien habían oído llegar con sus famosos caballos (465-503). Atenea amonesta a los héroes para que no se retarden más tiempo con la esperanza de obtener demasiados botines; mientras tanto Apolo incita a los tracios y a los troyanos y los regresa a sus campamentos (504-579).

CANTO XXII

Ambos ejércitos se habían puesto en lugar seguro en el campo, cuando Héctor, estando él solo, permanece frente a Aquiles que volvía de perseguir a Febo. Desde el muro querían detener a Héctor sus parientes que lloraban desolados (1-89). Vanamente, porque a éste el pudor y a aquél el afecto les impedía retirarse del lugar; sin embargo, apareciéndosele un dios bajo aspecto de hombre, hizo huir a Héctor atemorizado. Lo persiguió fieramente Aquiles y dio tres vueltas alrededor de la muralla (90-166). Entre tanto Zeus, compadeciéndose de Héctor, pesó su destino en la balanza y decretó su muerte. Febo lo abandonó al instante y Atenea lo incitó a combatir bajo la apariencia de su hermano Deífobo (l67-247). De esta manera los héroes se unen en singular combate en el que estando presente Atenea, ayuda a Aquiles y se burla de Héctor con terrible engaño (248-305). Finalmente, Aquiles, en lo más álgido del combate lo atraviesa con su lanza, lo despoja de sus armas e insultándolo y manchándose de ignominia, insulta a los suyos y atado a su carro lo arrastra hacia la base naval (306-404). Toda la ciudad llora la muerte de su querido Héctor y gritan amargamente sus parientes desde la muralla y Andrómaca es llevada a su casa (405-515).

CANTO XI

Armado Agamenón con espléndidas armas conduce por la mañana a sus tropas a las filas de combate; lo mismo hacen Héctor y los otros príncipes de Troya (1-66). Ante el insólito valor de Agamenón que enardece a la turba desconocida, se excitan los troyanos y se inicia una gran batalla (67-162). El mismo Héctor apartado por mandato de Zeus hasta las murallas de la ciudad, evita el coraje del enardecido adversario, mientras aquél se marcha del combate mal herido (163-283). Realizado esto, Héctor vuelve a pelear e infunde a los suyos un nuevo valor (284-309). Diomedes, Odiseo y Áyax vuelven a la decaída batalla; pero Diomedes herido por Paris se regresa violentamente hacia las naves (310 400); asimismo Odiseo herido por Soco y muerto aquél, viéndose rodeado por los troyanos, se libra del combate ayudado por Menelao y Áyax (401-488). A poco a Macaón y Euripilo los hieren las flechas de Paris (489-596). Viendo Aquiles a Macaón que se adelantaba en el carro de Néstor, envió a Patroclo para reconocer su presentación (596-617). Tan pronto como reconoció éste a Macaón y librado por Néstor de tan miserable muerte, le pide que o bien implore directamente la ayuda de Aquiles en auxilio de los aqueos o que él mismo espante a los enemigos revestido con el armamento de Aquiles (618-803). Al regreso Patroclo hiere al peligroso Euripilo y es curado en su tienda de campaña (804-848).

CANTO XXIII

Los mirmidones dejan sus armas alrededor del féretro de Patroclo, yendo delante Aquiles quien poco después les prepara el banquete fúnebre. Él mismo cena ante Agamenón y anuncia las exequias para el próximo día (1-58). A la siguiente noche se le presenta durante el sueño la imagen de Patroclo que le pide justos funerales (59-107). Por mandato de Agamenón se llevan leños por la mañana, se presenta el cuerpo y se dispersan las caballerias de Aquiles y de los demás; sacrificadas ante él muchas víctimas y los doce jóvenes troyanos, se hace la hoguera, se enciende y arde con el soplo del Bóreas y del Céfiro, mientras el cuerpo de Héctor es preparado por Afrodita y por Febo (108-225). Al día siguiente se recogen y llevan a la urna los huesos de Patroclo para que estén algún dia, según promesa hecha, junto con los de Aquiles; se levanta también un túmulo improvisado (226-256). Aquiles añade en honor del difunto, certámenes de varias clases en los que se llevan premios y regalos los principales jefes aqueos. En equitación: Diomedes, Antíloco, Menelao, Merión, Eumelo y Néstor (257-650?; en pugilato: Epeo y Eurialo (651-699); en lucha: Áyax Telamonio y Odiseo (700-739); en carreras: Odiseo y Áyax el menor, así como Antiloco (740-797); en competencia de armas: Diomedes y Áyax Telamonio (798-825); en disco: Polipetes (826-849); en flechas: Meriones y Teucro (850-883); y lanzando dardos: Agamenón y Meriones (884-897).

CANTO XII

Rechazados los aqueos contra las murallas (hecho abominable a los dioses; a ellos mismos los rechazan detrás de la misma ciudad), ven que los troyanos se dirigen a las naves y que están a punto de atravesar ya el foso (1-59). Desconcertados al principio por lo difícil del momento bajan de los carros por consejo de Polidamante y corren divididos en cuatro grupos (60-107). Asio se atrevió a atacar una de las puertas desde su carro y fue rechazado por los dos Lapitas con gran matanza de los suyos (108-194). Polidamante interpretó augurios adversos que no intimidaron a Héctor en perseguir a los enemigos (195-250). Éstos aunque molestados por un viento tempestuoso, defienden sus trincheras con suma fortaleza, estando en los primeros lugares los dos Áyax (251-289). Por otra parte entran Sarpedón y Glauco a quienes se les opone Menesteo y son llamados por él, Áyax el mayor y Teucro (290-377). Son heridos Epicles, el compañero de Sarpedón y Glauco por Teucro; finalmente él es derrotado en la almena del muro (378-399). Los aqueos atacan duramente la muralla, abierta por la parte de los licios; Héctor conjura el peligro y tapa la puerta con una enorme piedra y abre a los suyos el camino hacia las naves (400-471).

CANTO XXIV

Terminados los juegos, los aqueos se entregan a la cena y al sueño; Aquiles permanece insomne y durante la mañana arrebata el cadáver de Héctor atado al carro cerca del túmulo de Patroclo (1-18), repetida esta profanación ante los dioses durante varios días, parte se duelen de ello, parte se alegran; compadecido Febo, que guardaba aun íntegro el cuerpo, se queja ante todos gravemente (19-54), y por esto Zeus, llamando a Iris por medio de Tetis, manda a Aquiles que desista de tanta crueldad y que no rehúse devolver el cuerpo a los que quieren redimirlo; al mismo tiempo y por su mandato, Iris exhorta a Príamo a que, pagado el rescate de redención, reciba a su hijo (55-186). Se llevan a cabo estas gestiones doce días después de la muerte de Héctor. Príamo, durante la noche, al igual que Hécuba y todos los demás troyanos, reúnen preciosos dones y cargan con ellos un carro conducido por el pregonero Ideo y manda que se prepare otro (187-282). Entonces hechas las libaciones y aceptado el augurio directo, comienzan a recorrer el camino (283-330). Hermes llega ante Príamo por mandato de Zeus, y lo lleva a la tienda, sirviéndole de vigía durante el tiempo dedicado al sueño (331-467). Aquiles, vencido fácilmente por las súplicas del rey, recibe el precio de la redención, le devuelve el cuerpo lavado, envuelto en túnicas y concede once días de tregua para la sepultura y of reciéndole honrosa cena lo manda a descansar (468-676). Al amanecer del dia siguiente, conduciéndolos Hermes, Príamo lleva el cuerpo a la ciudad a cuya vista salieron todos los troyanos con grandes lamentos; colocado poco después en palacio, después de haberse presentado los cantores, lloran Andrómaca, Hécuba y Helena (677-776). Hecha después la pira, se celebra el funeral y el banquete (777-804).

 
 
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