Encuentro Literario Virtual
  Besant
 
Annie Besant

FORMAS DE VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE





CAPITULO 1

LA MUERTE, ¿Y DESPUES?

Conocida es en Bretaña, la historia del misionero cristiano que se hallaba en el vasto salón de un rey de Sajonia rodeado de sus nobles, adonde había ido a predicar el evangelio de su Maestro; y en el momen¬to de estar hablando de la muerte, y de la vida, y de la inmortalidad, entró volando un pájaro por una ventana abierta, dio una vuelta por el salón y volvió a salir perdiéndose en la oscuridad de la noche.
El sacerdote cristiano dijo al rey que viera en el vuelo del pájaro alrededor del salón la vida transitoria del hombre y declaró que significaba el alma pasando de la mansión de la vida, no a la oscuridad de la noche, sino a la radiación del sol de un mundo más glorioso. De la oscuridad, y por la ventana abierta del nacimiento, viene el hombre a la tierra; perma¬nece por algún tiempo a nuestra vista para desapa¬recer luego en la oscuridad por la ventana abierta de la muerte.
El hombre siempre ha preguntado a la religión: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y la con¬testación ha variado según la creencia. Actualmente, muchos cientos de años desde que Paulino habló con Edwin, existe más gente en la Cristiandad, que qui¬zás en ninguna otra época de la historia del mundo, que pregunta si el hombre tiene un espíritu que ha venido de algún lado y va a alguna parte. Y los mis¬mos cristianos que proclaman que los terrores de la muerte han sido abolidos, son los que han rodeado el féretro y la tumba con más lobreguez y con la pompa fúnebre más desconsoladora que ninguna otra reli¬gión.
¿Qué puede haber más triste que la oscuridad en que se mantiene sumida la casa durante el tiem¬po en que permanece el cadáver en ella? ¿Que más repulsivo que las largas vestiduras de crespón mate, y que la intencionada fealdad de la pesada gorra con que la viuda lamenta la "libertad" de su esposo "de la carga de la carne"? ¿Qué más repugnante que las caras artificialmente desoladas de los empleados de la funeraria; que los abatidos "llorones"; que los blancos pañuelos cuidadosamente preparados, y, por último, que las capas parecidas a mantos funera¬rios? Durante los últimos años ha tenido lugar un grande y señalado progreso. Las cajas, las plumas y los llorones, casi han desaparecido.
El grotesco y horrible coche fúnebre pertenece ya al pasado, y el féretro sale cubierto de flores en lugar del pesado manto funerario de terciopelo negro. Hombres y mujeres, aunque vistiéndose aún de negro, no se cubren ya con vestiduras sin forma, parecidas a sábanas colgantes como si tratasen de apenarse lo más posible, imponiéndose mortificaciones. El bien venido sentido común ha echado de su trono las costumbres y se ha negado a añadir, por más tiempo, tales inútiles incomodidades al natural pesar humano. Lo mismo en la literatura que en el arte, esta manera lúgubre de considerar la muerte ha sido característica del Cristianismo.
La muerte ha sido pintada como un esqueleto empuñando una guadaña, como una calavera de mueca horrible, como una figura amenazadora de facciones y dardo levantado; como un huesoso espantajo sacudiendo un reloj de arena, etc.; todo lo que podía alarmar y repeler ha sido reunido alrededor del llamado, con justicia, rey de los terrores. Milton, que tanto ha hecho con su rima majestuosa para moldear los conceptos populares del Cristianismo moderno, ha usado toda la fuerza potente de su magnífica dicción, para rodear de horror la figura da la muerte.




KARMA

PROLOGO DEL TRADUCTOR

Expone la doctora Annie Besant en las siguientes páginas los principios fundamentales de la ley del karma, de acción y reacción, de causa y efecto, o de causalidad, como también se la denomina, en términos claros y de sencilla comprensión, de suerte que lleguen sin mayor dificultad al entendimiento de quienes no están todavía familiarizados con las enseñanzas teosóficas. Sin embargo, también serán provechosas estas instrucciones para los ya algo versados en Teosofía, pero que aún no comprenden acabadamente el capital principio del karma, que con su gemelo el de la reencarnación constituyen la piedra angular de la Teosofía.
Aunque ni por su título ni por el tema de que trata sea nueva esta obra, lo es por el moderno carácter de su refundición, acomodada a los progresos de la metodología teosófica desde que por vez primera se publicó. Del cuidadoso estudio del texto inferirá el lector que el vulgar aforismo: "cada cual es hijo de sus obras” requiere acertada rectificación, de acuerdo con la multimilenaria sabi¬duría hermética, diciendo que "cada cual es hijo de sus pensamientos" en consonancia con el antiquísimo aforismo de que "el hombre se convierte en lo que piensa". Establece la autora muy claramente la distinción entre "imagen mental" y "forma de pensamiento" que algunas veces se confunden por error en un mismo concepto, cuando psicológicamente consideradas, la imagen mental es la causa y la forma de pensamiento es el efecto, de manera que no puede haber forma de pensamiento sin imagen mental que la produzca, como no es posible una prueba fotográfica sin el clisé que la origine.
Uno de los puntos que mayormente inquietan a los principiantes en el estudio de la Teosofía es el de los planos, mundos, niveles o esferas de la naturaleza, pues por insuficiencia del lenguaje humano hemos de recurrir a términos cuya consuetudinaria significación sugieren la idea de lugar o espacio circunscritamente determinado. Sin embargo, el concepto de plano o mundo no denota un lugar como cuando hablamos del mundo físico cuya materia constituyente perciben en sus estados sólido, líquido y gaseoso los normales sentidos que actualmente posee el hombre. Para comprender los conceptos de mundo astral y mental, que con el físico son los necesarios y suficientes para adquirir clara idea del karma, conviene tener en cuenta que esencialmente no hay más que una sola materia, y al hablar de materia física, astral y mental no damos a entender tres diferentes clases de materia, sino una misma materia en tres distintos grados de vibración.
La vibración y no la esencia distingue las materias física, astral y mental. Así el plano físico está constituido por materia en determinada escala de vibración; el plano astral está constituido por la misma materia del plano físico, pero en escala más aguda de vibración; y análogamente el plano mental está constituido por la misma materia del físico y del astral, pero en todavía mucho más aguda escala de vibración. Por lo tanto, los planos de la naturaleza no están superpuestos como los pisos de un rascacielos sino que mutuamente se compenetran sin confundirse. La analogía es un procedimiento valiosísimo en todos los métodos de investigación, y así lo aconsejaba la inolvidable maestra Blavatsky. Procediendo por analogía, veremos que en un aposento puede haber las vibraciones acústicas de una gramola, las caloríficas de una estufa, las lumínicas de una lámpara eléctrica, las magnéticas de un acero imanado y las de una sal de radio, y todas actuarán en el mismo espacio sin confundirse ni estorbarse.
De la propia suerte, en la esfera de atracción de nuestro planeta existen de continuo vibraciones físicas, astrales y mentales inconfundiblemente compenetradas y distintas por el grado de vibración y perceptibles por el ego mediante el cuerpo o vehículo del mismo grado de vibración. Por consiguiente, una imagen mental vibrará según la tónica mental, pero podrá com¬penetrarse sin confundirse con vibraciones astrales para constituir la forma de pensamiento o forma astro mental.
Tampoco hay definidas líneas divisorias como murallas o vallas entre estas gradaciones vibratorias, pues no hay en ellas solución de continuidad ni linde que notoriamente las separe, como no hay linde entre los siete colores del espectro solar. Acaso estas ligeras insinuaciones estimulen al lector para proseguir el estudio de las enseñanzas teosóficas que de día en año va corroborando la ciencia experimental.

FEDERICO CLIMENT TERRER

 
 
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