Encuentro Literario Virtual
  II
 
Levantate sin mirar el mal en los demás






A pesar de no saber
qué camino he de seguir
que algunos señalan mi andar
tengo que sobrevivir
mi alma errante algo sabe
que no es necesario morir para caminar.

A pesar de creer en la existencia de injusticias
que a menudo un juez dictaminó
tengo que valorar mi lucha
mi semblanza
y mi dolor
que me deja sin fuerza algunas veces
pero demuestra, no ser en vano
cuando, no acallo mi voz.

Creen los malvados
que alardean
que en cada día
de mis sueños se adueñan
sin ver claro el horizonte
sin ver los jardines de mis flores
creciendo estrepitosamente
ya que tienen lo necesario
el roce y la brisa diaria de esperanza
diciendo
—Presente, aquí estoy.

Gritáis todos al viento
a los que viven y se desviven
al amigo y al enemigo
a los hijos y a los sueños
a la hipocresía y a la decepción

— ¡Yo, me levanto cuando quiero!
Por creencia y con pasión


—¡Loca!
— Me han gritado
unos cuantos
sin ver claro mi dolor.

—¡Aquí estoy!
—Yo les digo.

—¡Aquí estoy!
Yo, mi amor y mi dolor.

Porque en mi dolor, creo
con mi dolor, sueño
y convivo sabiendo
que es impropio
enterrarlo, por precaución.

Prefiero colocarlo frente a una mesa
mirarlo, sin pestañeo y observarlo;
observando y mirando aprendo
que todos somos su creador.

Desde niña supe
de igualdades y parecidos
de temperamentos y características
de virtudes y de flagelos
de maldades y de bonanzas
creyendo yo ser la buena
y los malos ellos;
hasta que crecí
y pude ver, mi no - razón.

Todos poseemos un jardín
con flores blancas y olor a jazmín
con bellos pimpollos y gladiolos
con arañas
y algún malvón.

Todos poseemos un jardín
con hierba seca
yuyos
moscas y mosquitos
con ortigas
con pulgones
babosas y caracoles
y alguna hormiga
adueñándose de las hojas del verde pimentón.

Todos poseemos un jardín
sufriendo largas lluvias y sequías
penando escarchas
soportando quemados calores
suplicando días mejores
colocando nuevos brotes en estanterías
sin destruirnos
sin llorar
resignando y amando
sin dejar de trabajar.


A pesar de no saber
qué camino he de seguir
que algunos señalan mi andar
tengo que sobrevivir
mi alma errante algo sabe
que no es necesario morir para caminar.

Y todas las noches
salgo para ver, mi jardín
sabiendo que la lucha es larga
penosamente larga
porque detrás de un pimpollo
rojo, rosa, blanco o celeste
el enemigo se refugia en su guarida
esperando por mi partida.

Yo, les digo
—¡Aquí estoy!
Luchando por embellecer mi jardín
sabiendo que unos cuantos
no luchan, por un tan sano y benéfico fin.


de Graciela Kiriadre
 
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