POESÍA Medieval
Con la caída del Imperio Romano una gran incultura se apoderó de Europa. Prácticamente sólo en los monasterios conocían la escritura, por lo que la poesía era eminentemente oral. La incultura y la oralidad van a provocar la paulatina desaparición del latín y la formación de las lenguas denominadas "romances", que a partir del siglo XI van a ser las utilizadas en las distintas literaturas.
1).- CANTARES DE GESTA: Existían unos grupos de recitadores, cantores y músicos, denominados comúnmente "juglares" que recorrían ciudades, pueblos, castillos y señoríos feudales recitando versos, cantando e incluso haciendo de saltimbanquis. A lo largo del tiempo las composiciones se iban aumentando y embelleciendo hasta tal punto que antiguas historias reales se convertían en leyendas. La escritura ha conservado algunos restos de estas tradiciones orales, permitiéndonos conocer las epopeyas nacionales de los pueblos: son los Cantares de Gesta. Así los pueblos germánicos nos dejaron el Cantar de Hildebrando (S. IX) y, sobre todo, Los Nibelungos (S.XIII), que narra la pasión y muerte de Sigfrido y la venganza de su esposa. La literatura anglosajona nos dejó el Beowulf (hacia el año 1000) sobre las guerras entre gautas con francos y frisones, y el importante ciclo artúrico, compuesto por poemas de juglares que hoy no se conservan pero se pueden rastrear en las obras en prosa que han llegado hasta nosotros. Los pueblos escandinavos nos transmitieron sus mitologías en las Eddas, selección de poemas islandeses de los siglos IX al XII. En Francia hay tres ciclos importantes: el ciclo de Guillermo de Orange, el ciclo de Doon de Mayence y el ciclo de Carlomagno, que ha dejado una la de las obras cumbre de la literatura gala, la Chanson de Roland, que narra la batalla de Roncesvalles (año 778). En España también se da otra obra maestra de la literatura, el Poema de Mío Cid, compuesto a mediados del siglo XII, para algunos anónimo y para otros obra de Per Abbat, que cuenta las desventuras del Cid Campeador en su destierro.
2).- LOS TROVADORES: En las regiones del Mediodía francés, que durante la dominación romana se llamaron Aquitania y Galia Narbonense, se desarrolló una lengua románica, conocida como "provenzal" o "lengua de oc", que pronto fue apta para la expresión poética. Hay que distinguir la figura del "trobador", que es el poeta, de la del "joglar", que era quien cantaba la poesía, aunque la línea no aparezca siempre clara. A partir del siglo XI y sobre todo en los siglos XII y XIII los trovadores aparecen protegidos en castillos y palacios, componiendo canciones sujetas a férreos esquemas estróficos sin ningún tipo de libertad, de temas muy variados. Entre los numerosos trovadores de los que se tienen constancia cabe destacar a Ghilhen de Peitieu, Bernart de Ventadorn, Bertran de Born, Giraut de Bornelh, Raimon de Miravalh, y de manera especial a Arnaut Daniel (S.XII) máximo exponente del "trobar clus", una poesía hermética dirigida a un público muy selecto.
3).- ESPAÑA: Una de las primeras manifestaciones fueron las jarchas, breves composiciones escritas en mozárabe (aunque con grafía árabe) entre los siglos XI-XIV, cantando al amor de manera sencilla y emotiva. Por otro lado, los clérigos, poseedores de la cultura latina, advierten que el pueblo no habla latín y por ello deciden escribir en castellano, utilizando un lenguaje culto mediante la estrofa cuaderna vía. Es el movimiento denominado Mester de Clerecía, que floreció entre los siglos XIII y XIV. De entre sus autores hay que destacar a Gonzalo de Berceo (1195-1268), el primer poeta castellano de nombre conocido, autor de Los milagros de Nuestra Señora, y a Juan Ruiz, llamado el Arcipreste de Hita (1283?-1350?), con el Libro de Buen Amor, documento histórico y literario sobre los usos, costumbres y lengua de la época. También son destacables las obras anónimas Libro de Alexandre y Libro de Apolonio, sobre Alejandro Magno y Apolonio de Tiro, respectivamente.
Fuera del Mester de Clerecía hay que mencionar al rabino Sem Tob (1290-1369), primer poeta hebreo que escribió en castellano los Proverbios morales dedicados a don Pedro el Cruel.
En el siglo XIV la poesía deja de estar en las manos únicas de los clérigos, y aparecen autores como Pero López de Ayala (1332-1407), con su Rimado de Palacio, donde retrata la corrupción de las costumbres de su tiempo; el Marqués de Santillana (1398-1458) que mezcló con maestría sus tendencias cultas con otras de raíz popular; Juan de Mena (1411-1456), Gómez Manrique (1412-1490) y su sobrino Jorge Manrique (1440-1478), autor de la poesía elegíaca por excelencia del castellano, las Coplas a la muerte de su padre, compuesta en una estrofa que, en su honor, se llamó manriqueña.
Para cerrar este período en España hay que mencionar a Juan del Encina (1468-1529), poeta y músico al servicio de la casa de Alba y posteriormente del Papa León X, y la aparición del denominado Romancero Viejo, compuesto por romances anónimos compuestos entre los siglos XIV y XVI.
4).- FRANCIA: En el Norte de Francia los troveros imitan en lengua vernácula la poesía provenzal, sin alcanzar la perfección ni la importancia de aquellos. Su figura más importante fue Adam de la Halle (1255?-1288).
La figura de Rutebeuf (segunda mitad del S. XIII), primer poeta lírico de Francia, da paso al más grande poeta medieval, François Villon (1431-?), nacido en los barrios pobres de París, lo que le llevó a la delincuencia, que le costó una condena a muerte conmutada por destierro, lo que le hizo "desaparecer de la historia" con 32 años. Sus famosas Baladas giran alrededor de la muerte y el arrepentimiento, con un lirismo considerado, aún hoy, moderno.
5).- GRAN BRETAÑA: En Inglaterra la poesía medieval se centra en la figura del Geoffrey Chaucer (1340-1400), considerado el padre de la poesía inglesa, puesto que es el primero en fijar el inglés como lengua poética además de dotar al mismo de innovaciones métricas y estilísticas. Su obra fundamental es los Cuentos de Canterbury, colección de cuentos en verso donde, con intención satírica, se reflejan las costumbres de la época.
6).- ALEMANIA: La influencia de trovadores y troveros hace aparecer, a finales del siglo XII, a los minnesinger, poetas caballerescos que se diferencian de los anteriores por cantar a un amor más real e incluir en sus canciones elementos no amorosos, como la guerra. Sus figuras más destacadas son Walther von der Vogelweide (1170?-1228), Walther Neid hart von Reuenthal (1190?- 1236?) y Tannhäuser (S. XIII), personaje semi-legendario que inspiró a Wagner la ópera del mismo nombre.
7).- ITALIA: Los poetas italianos hasta el siglo XII están muy influenciados por los trovadores, tanto en la lengua como en las formas y temas de la poesía. Unicamente la lírica popular religiosa de San Francisco de Asís (1181-1226) y de Fra Jacopone de Todi (1228?-1306) se desentiende de toda tutela trovadoresca. A finales del siglo XIII varios poetas, toscanos en su mayoría, reelaboran y enriquecen la vieja tradición lírica de los trovadores, concediendo menos importancia a la habilidad técnica que a la inspiración directamente producida por un amor profundo: son los poetas del Dolce Stil Nuovo: Guido Guinozzelli, Guido Calvancanti, Cino da Pistoia, Dino Frescobaldi y, sobre todo, Dante y Petrarca. Dante Alighieri (1265-1321) nació en Florencia, ciudad de la que tuvo que huir por motivos políticos y a la que nunca volvió, andando errante por toda Italia. Dante elevó a idioma el dialecto florentino en obras como Vita nuova, dedicada a su amada Beatriz, y sobre todo en la Divina Commedia, extenso poema alegórico, filosófico y religioso que narra la marcha de la humanidad hacia su fin, Dios, a través de tres cantos situados, respectivamente, en el Infierno, el Purgatorio y el Cielo. Francesco Petrarca (1304-1374), cuya obra está casi toda ella inspirada en su amor por Laura, la "bella creatura", dejó para la posteridad su Canzoniere, que fue imitado por toda la lírica europea.
8).- REINO DE VALENCIA: En el siglo XIV, el esplendor económico del Reino de Valencia propicia el florecimiento de la literatura en lengua valenciana, período que se conoce como "Segle d’or" y que continuará hasta el siglo XV. Partiendo de postulados provenzales, Ausias March (1397?-1459) es la gran figura de este movimiento. Sus poesías se suelen dividir en cantos de amor, cantos de muerte, poesías religiosas y morales. También se le atribuye el mérito de abandonar el provenzal para escribir en su lengua materna. Otras figuras relevantes de la literatura valenciana de esta época son Jordi de Sant Jordi, Roiç de Corella y Jaume Roig.
AUSIAS MARCH
Ausias March es el miembro más famoso de una ilustre familia de literatos y funcionarios reales y, como la mayoría de personajes de la Edad Media, plantea numerosos problemas en su biografía. Se le supone nacido en Gandía (Valencia – España) hacia 1397. En 1415 aparece ya al servicio de Alfonso V el Magnánimo, con el que participará en varias campañas militares en Cerdeña e Italia, donde vivirá al menos tres años y coincidirá con los poetas Jordi de San Jordi y Andreu Febrer. Abandona tempranamente la carrera militar y vuelve a Gandía a administrar sus cuantiosos bienes. Se casó dos veces y fue padre de varios hijos ilegítimos. En 1450 se traslada a Valencia donde vivirá hasta su muerte en 1459. Los escritos de la época coinciden en señalarle como una persona autoritaria, quisquillosa, arrogante y narcisista.
Su poesía se clasifica generalmente en amorosa, moralizante y didáctica, espiritual y de preocupación por la muerte. A parte de su calidad intrínseca, es opinión generalizada la de considerar a Ausias March como el primer poeta que se separa de la lengua provenzal empleada por los poetas valencianos y catalanes (al igual que los castellanos escribían en latín). Así, aunque el poeta parte de presupuestos provenzales (metros, rimas y algunos términos) el contacto con la naciente literatura italiana influirá en él de tal manera que también escribirá en valenciano, su lengua materna, lo que propiciará la aparición de otras figura del mismo idioma que conforman el llamado "Segle d’or" de la literatura valenciana.
Para la presente antología seguimos la edición de las "Obras completas" de Rafael Ferreres, quizás la más fiel a la ortografía original.
CANT I
I
Axí como çell qui·n lo somni·s delita
e son delit de foll pensament ve,
ne pren a mi, que·l temps passat me té
l’imaginar, qu·altre bé no·hy habita.
Sentint estar en aguayt ma dolor,
sabent de cert qu·en ses mans he de jaure.
Temps de ·venir en negun bé ·m pot caure;
aquell passat en mi és lo millor.
II
Del temps present no·m trobe amador,
mas del passat, que·s no-res e finit;
d’aquest pensar me sojorn e·m delit,
mas quan lo pert, s’esforça ma dolor
sí com aquell qui és jutgat a mort
e de llonch temps la sap e s’aconhorta,
e creure·l fan que li serà estorta
e·l fan morir sens un punt de recort.
III
¡Plagués a Déu que mon pensar fos mort,
e que passàs ma vida en durment!
Malament viu qui te lo pensament
per enamich, fent-li d’enuyts report;
e com lo vol d’algun plaer servir
li’n pren axí com dona ·b son infant,
que si verí li demana plorant
ha ten poch seny que no·l sap contradir
IV
Fora millor ma dolor soferir
que no mesclar poca part de plaer
entre ·quells mals, qui·m giten de saber
com del passat plaer me cové ·xir.
¡Las! Mon delit dolor se converteix;
doble’s l’afany aprés d’un poch repòs,
sí co·l malalt qui per un plasent mos
tot son menjar en dolor se nodreix;
V
com l’ermità qui ·nyorament no·l creix
d’aquells amichs que tení en lo món,
essent llonch temps qu·en lo poblat no fon,
per fortuyt cars un d’ells li apareix,
qui los passats plaers li renovella,
sí que·l passat present li fa tornar;
mas com se´n part, l’és forçat congonxar:
lo bé, com fuig, ab grans crits mal apella.
VI
Plena de seny, quant amor és molt vella,
absença és lo verme que la gasta,
si fermetat durament no contrasta,
e creure poch, si l’envejós consella.
CANT XVII
I
Si Déu del cors la mi· arma sostrau,
no·m planyeran sinó mos cars parents,
car mos amats no·m són tan benvolents
qu·en aquell cas no·ls calga dir: "¡Plorau!"
Escàs lloguer és dat a mon treball
com no só plant de pena sostenguda,
e si rahó pot ésser coneguda,
culpa no han, puys bon voler los call.
II
E d’açò·m planch e quedament treball,
e dins mi plor e calle com a mut
e fir-me cell qui·m degra ser escut,
trencant mon cor, e crit de mi no sall.
D’Amor ho dich, qui·m trenca lo pensar
que per null temps seré per vós amat,
e per açò yo·m trob desesforçat
car tot assaig se causa d’esperar.
III
Dels amadors me vull ben informar
on és amor en desesperat cor,
e si és viu, per què de fet no mor,
com per amor no pot amor mostrar.
No diré pus, mas contemple cascú
l’estat d’aquell qui en tal cas se veu.
Mas, ¡guay de mi! que tot lo cas és meu;
donchs no deu ser que no·m plore algú.
IV
Los mals d’amor són pochs al jui comú,
car en pochs cau aquesta passió,
e tal dolor no la sent la raó;
sinó a si, no pot jutjar algú.
Aquell coneix la dolor de la mort
qui·n forca és, volent-li donar volta,
e cell qui ha sa vida ·n delits bolta,
de tal dolor no pot fer bon report.
V
És veritat: si portam en recort
que molts passats morir ne sostengueren,
conexerem quanta dolor hagueren
puys que morir los fon millor soport.
Sens causa gran null acte gran se fa;
per ço cascú pot haver conexença
que·l hom, havent de mort poca temença
tan foll gosar gran dolor lo portà.
VI
Metg· en lo món saber no li bastà
sentir lo mal que lo malalt soferta,
mas per senyals en la part descuberta
porà jutjar l’hom en quin punt està.
Enaxí ·n pren al hom d’amor puncell;
no pot sentir passió, mas veu l’acte
d’ayçell que·n si porta lo gran caracte
d’Amor, qui may contra si vol consell.
VII
Sí com empeny ballesta lo quadrell
aytant com pus la sua força basta,
la voluntat del hom o dona ·s casta,
tant quant Amor sa força ·sten en ell.
Encontr· Amor no valgué saviesa;
sino, David se’n fóra bé deffès,
e savis molts no hagren tant amprès
si contr· Amor valgués alguna ·mpresa.
VIII
Plena de seny, per no ésser entesa
la mi· amor porà scapar sens mèrit;
e sab-me greu, com no haureu demèrit
per mon parlar no faent-la-us palesa.
CANT XLVI
I
Veles e vents han mos desigs complir,
faent camins dubtosos per la mar.
Mestre y Ponent contra d’ells veig armar;
Xaloch, Llevant los deuen subvenir
ab llurs amichs lo Grech e lo Migjorn,
fent humils prechs al vent Tramuntanal
qu·en son bufar los sia parcial
e que tots cinch complesquen mon retorn.
II
Bullirà ·l mar com la caçola ·n forn,
mudant color e l’estat natural,
e mostrarà voler tota res mal
que sobre si atur un punt al jorn;
grans e pochs peixs a recors correran
e cercaran amaguatalls secrets:
fugint al mar, on són nudrits e fets,
per gran remey en terra exiran.
III
Los pelegrins tots ensemps votaran
e prometran molts dons de cera fets;
la gran paor traurà ·l llum los secrets
que al confés descuberts no seran.
En lo perill no·m caureu del esment,
ans votaré al Déu qui·ns ha lligats,
de no minvar mes fermes voluntats
e que tot temps me sereu de present.
IV
Yo tem la mort per no ser-vos absent,
per què Amor per mort és anul·lats;
mas yo no creu que mon voler sobrats
pusca esser per tal departiment.
Yo só gelós de vostr· escàs voler,
que, yo morint, no meta mi ·n oblit;
sol est penssar me tol del món delit
-car nós vivint, no creu se pusca fer-:
V
aprés ma mort, d’amar perdau poder,
e sia tost en ira convertit,
e, yo forçat d’aquest món ser exit,
tot lo meu mal serà vós no veer.
¡Oh Déu!, ¿per què terme no hy ha ·n amor,
car prop d’aquell yo·m trobara tot sol?
Vostre voler sabera quant me vol,
tement, fiant de tot l’avenidor.
VI
Yo són aquell pus estrem amador,
aprés d’aquell a qui Déu vida tol:
puys yo són viu, mon cor no mostra dol
tant com la mort per sa strema dolor.
A bé o mal d’amor yo só dispost,
mas per mon fat Fortuna cas no·m porta;
tot esvetllat, ab desbarrada porta,
me trobarà faent humil respost.
VII
Yo desig ço que·m porà ser gran cost,
y aquest esper de molts mals m’aconhorta;
a mi no plau ma vida ser estorta
d’un cas molt fér, qual prech Déu sia tost.
Lladonchs les gents no·ls calrà donar fe
al que Amor fora mi obrarà;
lo seu poder en acte ·s mostrarà
e los meus dits ab los fets provaré.
VIII
Amor, de vós yo·n sent més que no·n sé,
de què la part pijor me’n romandrà;
e de vós sap lo qui sens vós està.
A joch de daus vos acompararé.
CANTO I
I
Así como aquel que en el sueño se deleita
y su deleite viene de loco pensamiento,
me ocurre a mí, pues el tiempo pasado me retiene
el imaginar que otro bien no existe.
Sintiendo estar en acecho mi dolor,
sabiendo con certeza que en sus manos he de caer.
El porvenir ningún bien me puede traer,
aquel pasado para mí es lo mejor.
II
Del tiempo presente no me encuentro amador
sino del pasado, que no es nada y finito.
Con este pensamiento me sosiego y deleito,
mas cuando lo pierdo aumenta mi dolor
de la misma manera que a aquel que está condenado a
[muerte
y desde mucho tiempo lo sabe y se resigna,
y creer le hacen que será indultado,
pero lo ejecutan sin ningún sumario.
III
¡Pluguiera a Dios que mi pensamiento estuviese muerto,
y que pasase la vida durmiendo!
Malamente vive quien tiene al pensamiento
por enemigo, haciéndole relación de enojos;
y cuando le quiere algún placer servir
le ocurre así como a la mujer con su pequeño
que si veneno le pide llorando
tiene tan poco juicio que no sabe negárselo.
IV
Fuera mejor sufrir mi dolor
que no mezclar una poca parte de placer
entre aquellos males que me privan saber
cuándo me conviene salir del placer pasado.
¡Ay! Mi deleite se convierte en dolor,
el afán es doble después de un poco de reposo,
así como en el enfermo que por un apetitoso bocado
toda su comida se nutre de dolor,
V
como el ermitaño que no le crece la añoranza
de aquellos amigos que tenía en el mundo,
haciendo mucho tiempo que no estuvo en el poblado,
pero, por caso fortuito, uno de ellos se le presenta
y los pasados placeres le renueva,
de manera que el pasado le transforma en presente;
mas cuando se va, acongojarse le es forzado:
el bien cuando huye llama al mal con grandes voces.
VI
Muy sensata, cuando el amor es muy viejo
la ausencia es el gusano que lo destruye
si la firmeza obstinadamente no contrasta,
y creerá poco si el envidioso aconseja.
CANTO XVII
I
Si Dios saca mi alma del cuerpo,
no me llorarán sino mis queridos parientes,
ya que mis amadas no me son tan bienquerientes
que en aquel caso no sea necesario decirles: "¡Llorad!"
Escasa paga es dada a mi trabajo
cuando no soy llorado con pena sostenida,
y si la razón puede ser conocida,
no tienen culpa, pues buen amor les enmudece.
II
Y de esto me duelo y silenciosamente sufro,
y dentro de mí lloro y callo como un mudo
y me hiere aquel que debería ser escudo,
rompiendo mi corazón, pero de mí no sale un grito.
De Amor lo digo, pues me quiebra el pensar
que nunca seré amado por vos,
y por esto me encuentro sin fuerzas
ya que todo intento se motiva en la esperanza.
III
De los amadores me quiero bien informar
dónde está el amor en el corazón desesperado,
y si está vivo por qué en realidad no muere,
cuando con amor no se puede amor mostrar.
No diré más, pero cada uno contemple
el estado de aquel que en tal caso se ve.
Mas ¡ay de mí! que todo ese caso es el mío;
entonces, no debe ser que alguien no me llore.
IV
Los males de amor son pocos en la opinión común,
porque en pocos se encuentra esta pasión,
y tal dolor no lo siente la razón;
si no es así, nadie lo puede juzgar.
Conoce el dolor de la muerte aquel
que en la horca está, queriéndole poner la cuerda al
[ cuello,
pero aquel que tiene la vida envuelta en deleites,
de dolor no puede dar buena cuenta.
V
Es verdad: si tenemos en cuenta
que muchos antepasados soportaron el morir
conoceremos cuánto dolor tuvieron
puesto que morir les fue mejor auxilio.
Sin gran causa ningún acto se hace;
por esto cada uno puede tener conocimiento
que el hombre, teniendo poco temor de la muerte,
tan loco gozar gran dolor le trajo.
VI
En el mundo el saber no le es suficiente al médico
para conocer el mal que sufre el enfermo,
pero por los síntomas en la parte descubierta
podrá juzgar en qué situación está el hombre.
Lo mismo le ocurre al hombre virgen en amor,
que no puede sentir pasión, mas ve en el acto
aquello que en sí lleva el gran carácter
de Amor, que nunca contra sí quiere consejo.
VII
Así como el cuadrillo arroja la ballesta
tanto más como su fuerza basta,
la voluntad del hombre o de la mujer es casta,
tanto cuanto Amor su fuerza en él extiende.
En contra de Amor no valió sabiduría,
si no David bien se hubiera defendido
y muchos sabios tanto no hubieran aprendido
si contra Amor valiese alguna empresa.
VIII
Muy sensata, por no ser entendido
mi amor podrá escapar sin mérito;
y me duele, como no tendréis demérito
por mi hablar no manifestándolo a vos.
CANTO XLVI
I
Velas y vientos han de cumplir mis deseos,
haciendo caminos inseguros en el mar.
Maestral y Poniente los veo armarse contra ellos;
el Jaloque y Levante, los deben ayudar
con sus amigos el Gregal y el Abrego,
haciendo humildes ruegos al viento norteño
que en su soplar les sea parcial
para que todos los cinco realicen mi regreso.
II
Hervirá el mar como la cazuela en el horno,
cambiando el color y el estado natural,
y mostrará querer mal toda cosa
que sobre sí se detenga por un instante;
peces grandes y pequeños a salvarse correrán
y buscarán secretos escondrijos:
huyendo del mar, donde son alimentados y criados,
como gran remedio a la tierra saldrán.
III
Los peregrinos, todos juntos, harán votos
y prometerán muchas ofrendas hechas de cera;
el gran pavor sacará a la luz los secretos
que al confesor no serán descubiertos.
En el peligro no me olvidaré de vos,
antes haré votos al Dios que nos ha atado,
de no disminuir mis firmes voluntades
y de que siempre os tendré presente.
IV
Yo temo la muerte por no estar ausente de vos,
porque el amor es destruido por la muerte;
aunque no creo que mi amor
pueda ser superado por tal separación.
Yo estoy celoso de vuestro escaso querer,
que, yo muriendo, no me ponga en olvido;
sólo éste pensamiento me quita el deleite del mundo
porque viviendo nosotros, no creo que pueda ocurrir:
V
después de mi muerte, perded capacidad de amar,
y sea pronto en tristeza convertida,
y, yo forzado a salir de este mundo,
todo mi mal será el no veros.
¡Oh Dios! ¿por qué no existe un término en el amor
porque cerca de él yo me encontrara completamente solo?
Vuestro querer supiera cuánto me quiere,
temiendo, fiando todo el futuro.
VI
Yo soy el más extremado amador,
después de aquel a quien Dios la vida quita:
pues yo estoy vivo, mi corazón no muestra duelo
tanto como la muerte por su extremo dolor.
Al bien o al mal del amor yo estoy dispuesto,
mas por mi hado la Fortuna no me da la ocasión;
todo desvelado, con desatrancada puerta,
me encontrará contestando humildemente.
VII
Yo deseo aquello que me podrá ser muy costoso,
pero esta esperanza me consuela de muchos males;
a mí no me place que mi vida esté libre
de un caso muy cruel, por el cual ruego a Dios sea pronto.
Entonces no les será necesario a las gentes dar fe
a lo que Amor fuera de mí obrará;
su poder con actos se demostrará
y mis palabras con los hechos probaré.
VIII
Amor, de vos yo siento más de lo que sé,
y que la parte peor me quedará;
y de vos sabe quien son vos está.
Al juego de dados os compararé.